Por: Penélope Lara

Según una revista de la Fiscalía General del Estado, cuando hablamos de corrupción, nos referimos a: “Un conjunto de actividades ilícitas o ilegítimas, realizadas por servidores públicos o privados, con el fin de beneficiarse propiamente de ésta o beneficiar a terceros a través del uso de espacios de poder”.
El día jueves en nuestra rueda de Conversando con tu Veci(ndad) Andrea (nombre sugerido) nos pudo trasmitir ese fuerte dolor e impotencia al resto de personas que estuvieron presentes aquel día.
Andrea trabaja hace mucho tiempo en temas sociales y vive con la ilusión constante de querer trabajar por un mejor país, olvidándose por completo de su propio bienestar.
El tener que lidiar con la corrupción y no poder hacer nada en tiempos de coronavirus “le ha roto el alma”, y lastimosamente, aunque sea lamentable, es muy cierto lo que dice esta frase : “La política es el arte de impedir que la gente se meta en lo que sí le importa” Marco Aurelio Almazán.
Cruda realidad
La corrupción en el país ha llegado a causar desconfianza y división entre amigos y familiares, así lo manifiesta ella.
Al igual que el coronavirus llegó a cambiarnos la vida, ésta lleva décadas afectando no sólo la economía de millones de ciudadanos, sino también la tranquilidad y el bienestar emocional de estos.
Al escuchar expresarse a Andrea, muchos sintieron la misma impotencia y frustración que ella tenía, estaba preocupada con el hecho de saber que quienes nos dirigen no tienen las suficientes capacidades y que lo único que buscan es el bienestar propio, más no de quienes lo necesitan.
El hecho de querer “robarse” el dinero de insumos médicos y dejar desamparados a muchos, sólo demuestra la falta de humanidad, de amor, de compromiso y de responsabilidad que tienen algunos funcionarios públicos.
Una pregunta
Ella (Andrea) nos comenta que sueña con refugiarse en una cueva donde no haya una sociedad corrupta e indolente, y se pregunta :
¿si acaso estas personas son seres humanos o son monstruos?
Y ante esto, tiene mucha razón porque quienes cometen abuso de poder no tienen corazón, quienes prefieren llenarse los bolsillos de dinero del pueblo y dejar al abandono a quienes de verdad lo necesitan, no tienen piedad.
El tener que lidiar con la corrupción y no poder hacer un cambio o ponerle punto final a esto, afecta psicológicamente a quienes la viven en carne propia y en su diario vivir.
Para pensar
Según un artículo de SciELO, aquellas personas que perciben mayor corrupción en su entorno, tienden a tener menores niveles de satisfacción vital.
Más aún, el vivir en una sociedad catalogada como corrupta, daña los niveles de satisfacción vital de sus habitantes.
Concentrarse en el presente, estar bien y hacer bien las cosas uno mismo nos trae satisfacción y beneficio y eso ha sido una solución para muchas personas ante los grandes problemas que se vive no sólo en el país si no también en el ambiente laboral y familiar.
Vivir el presente y enfocarse en el bienestar emocional propio no dará fin y solución a lo que vive el país, pero reconforta el alma y nos da una mejor perspectiva frente a la vida.
Muchas veces no se puede lidiar con los dilemas externos y de los demás debido a que es suficiente con los nuestros.
Poner nuestro granito de arena hasta donde se pueda, es correcto y satisfactorio, pero es sumamente importante no olvidarse que la prioridad es uno mismo y luego poder ayudar a los demás.