
Elaborado por: Jaime W. Mejía P.
El ser niños nos hace devotos de nuestros protectores a carta cabal, sin ninguna duda, sin ningún contratiempo, y con una certeza total al punto de ser la único de verdad en nuestra vida, NUESTROS PADRES SON NUESTROS DIOSES.
En la adolescencia esta convicción se comienza a debilitar, por nuevos conocimientos, nuevas experiencias, y por supuesto por las vivencias en relación de familia, conversaciones, intercambios de opinión, y la formación de un nuevo pensamiento crítico sobre temas diversos, en los cuales ya existe puntos de vista diferentes, puntos de inflexión mundial como son: la política, la religión y el fútbol.
¿Qué pasa cuando las diferencias son notorias?
Vamos creciendo y este pensamiento crítico, se vuelve CRITICÓN ¡!! Lo único que hace es ver la paja en ojo ajeno, es tratar de tener la verdad en nuestras manos y sacamos argumentos de la galera con el objetivo de demostrar que el otro está errado, sin pensar en las consecuencias y mucho menos en la medición de las palabras.
Las discusiones con nuestros padres, llegan al punto de quebrar la relación que se tenía, muchas veces por simplezas y también por temas profundos.
Nos olvidamos que la experiencia en sus hombros es mucho más que la sabiduría de un joven aprendiz de la vida.
Tomar decisiones
Cuando hemos dejado el nido, algunos temas quedaron en el tintero, muchos de ellos con ciclos abiertos. La opción más rápida fue dejarlo así, no topar el tema, mejor no hablarlo.
Pero esto con el paso del tiempo crea vacíos enormes, resentimientos profundos y por consiguiente el distanciamiento se hace enorme. La falta de comunicación efectiva nubla las mentes, se llena de incertidumbre y a veces de mentiras huecas.
La mejor opción
La más fácil es dejarlo así y que se pudra todo, pero la única y la mejor opción es remediarlo, conversarlo, dejar los ciclos cerrados, solucionarlo, aclararlo todo.
Que nuestro pensamiento crítico ahora sea más amplio y con mejores perspectivas de cordura. Que nuestro corazón hable en procura de curar, de reponer, de mejorar la relación sea cual sea, siempre pensando en que, si yo me sano, sanaré a los demás. Y sobre todas las cosas el perdón sincero hará un nuevo camino, estrechará puentes para que un abrazo candoroso pueda existir y decirse mirándose a los ojos: LA BENDICIÓN MAMÁ!!!!!