Elaborado por: Mayra Cuñez

Cuando nos enfocamos en aspectos negativos de la vida diaria; cuando nuestras opiniones son objeto de desestimación o cuando acciones de otros atentan contra nosotros es una forma de visualizar que se ha extraviado el sentido de tolerancia.
Si enfrentamos mediante represalias nos predisponemos a tomar posiciones inadecuadas, faltas de sensatez; imponiendo la ira o la intranquilidad, convirtiéndose en un círculo vicioso. A esta manera de actuar la conocemos como intolerancia es decir una forma de no aceptar que otra persona pueda ser diferente o tener distintos pensamientos u opiniones a la nuestra.
¿Por qué concentrarse en generar momentos caóticos e incómodos?
Debemos reflexionar sobre la tolerancia; imaginémosla como la manera adecuada para pensar con cautela y respirar hondo para comprender a la otra persona demostrándole que respetamos su punto de vista u opinión.
Es comprender y aceptar que cada persona tiene derecho a su pensar, que sus opiniones merecen respeto, entendimiento, acogiendo lo objetivo; argumentando las fallas que puedan sostener su argumento, ya que eso caracteriza al ser humano, su capacidad de razonamiento y de entendimiento frente a las imperfecciones.
Los conflictos que se atravesaron en la pandemia en la vida cotidiana o complejas situaciones: personas que sufrieron cuadros de ansiedad, depresión, insatisfacción e impotencia por los dramáticos escenarios; son el reflejo de una sociedad actual.
A pesar de esto se apeló y se concientizó el lado humanitario en conjunto: apartando individualismos, empatizando causas sociales y ayudando a sobrellevar a las personas más vulnerables. Se situó valores elementales sobre el interés personal, eso ayudó avivar la idea de comunidad y confraternidad.
Seamos diferentes
La comunidad mostró empatía y solidaridad, formó expectativas para confiar en las colectividades, entendiendo que ayudar es más allá de una muestra de bondad, es una muestra de humanismo.
Desde ahora miremos a la tolerancia como un símil de paciencia, condescendencia entre todos que permite una convivencia pacífica y respetuosa.
El respeto a lo diferente, el buscar siempre ser conciliador, el debatir con argumentos más que con alzar la voz, el identificar los puntos positivos de una disputa y sobre todo ser siempre amable en la discusión, el frenar la frustración, el detener la agresión y estar dispuesto a brindar una mano amiga. Eso nos hace diferentes y seremos parte de una comunidad de paz.
-«Sé amable con todos a todas horas. De forma exagerada»– pronunció en alguna ocasión Patch Adams y creo que es el momento para ponerlo en práctica.