Una luz brilla en mi

Perla de inspiración

Una pequeña luz brilla en mi

Elaborado por: Rocío Mosquera Hidalgo

En la noche

Apenas tenía 6 años cuando recuerdo aquellas palabras que solo escuché de mi padre, de nadie más que me rodeara, ni en la escuela, ni en la calle, ni la televisión. Era solo una niña de 6 años y en mi mente ya sonaban gritos que caían como rayos quemando mis neuronas de tanto pensar ¿qué significa eso? ¿por qué lástima tanto?

Mis noches quizás no fueron como las de muchos amigos de barrio que entre cuentos y sonrisas se cobijaban sus sueños para despertar con la luz del sol abrigando sus esperanzas. En mi ventana no había estrellas, la luna apenas brillaba, no había música, no habían letras… solo gemidos, lágrimas, tristeza.

El encierro

Desde la puerta de mi casa veía muñecas, pelotas, cuerdas, juegos. Entre rendijas escuchaba susurros de burlas, de inquietudes agobiantes que empujaban mis fuerzas a un abismo oscuro y delirante. Mi desesperación por salir y explorar iba más allá del deseo de aquel helado que volvía locos a los pequeños de aquellos años. En mis pies había una cuerda invisible que ataba mis ansias por conocer, por vivir, por jugar, gritar y amar.

Crecí entre botellas de alcohol, entre gritos desesperados de mi madre. Jugué entre pañuelos ensangrentados, ropa sucia y mal oliente. Mis cuadernos de estudio eran líneas desesperadas por una simple caricia que avivara mis ilusiones. Mis compañeros, uno que otro peluche tirado en la calle, ahora cómplices mudos de latigazos, golpes, moretones y esas palabras que retumban en mi mente, esas palabras que se unían en son de guerra para recordarme, cada vez que habría mis ojos, que no valía nada.

Mi voz silenciada

¿Cuántas veces grité en silencio?… perdí la cuenta ya… miles, millones y más. Nadie oía mi voz, todo era normal en aquellos tiempos. Padre es padre y si tenía que corregirme era porque lo merecía aún sin haberle hecho algo malo. Debo confesar, que a veces prefería verlo tambaleándose de tanto trago y pronunciando palabras que ni las entendía porque apenas tocaba su cama quedaba rendido hasta el día siguiente. Quizás esos eran mis momentos felices, porque estaba ahí… acostado, sin moverse, sin hacer tanto ruido.

¿Si aprendí a defenderme?… ¡No!, no lo hice porque la figura de mi padre se volvió la imagen y la necesidad de los hombres que se cruzaron en mi vida. En muchos vi sus manos duras golpeando mi cara, mi cuerpo. De sus bocas oí sus palabras oscuras repletas de odio, de sarcasmo, de maldad. Siempre creí que eso era normal, que era el trato que toda mujer recibía y lo que es peor que me lo merecía.

El silencio se volvió luz

Callé mucho, sufrí tanto, lloré amargamente noches largas… hasta que un día, en mis brazos tuve mi alma, un alma pequeñita con un corazón que latía a mil por hora cada vez que le hablaba… ¡sí! Fue ahí que conocí el verdadero amor. No importa en qué circunstancias vino, solo llegó como un girasol a encender mis días y a contarme por primera vez en mi vida que yo era luz y que ella era parte de mí, es decir, una pequeña luz con un brillo espectacular.

¿Qué si quiero defenderla? ¡Siempre! Porque sus días no serán como los míos. Porque sus oídos crecerán con palabras de amor. Porque tendrá muñecas, peluches, juguetes, dulces, amigos, amigas.. porque tendrá todo lo que no pude tener cuando apenas tenía 6 años y no entendía el por qué de tantas cosas que me pasaron, quitándome el aliento y renegando de mi vida.

Ahora somos dos

Ahora ella está y yo estoy con ella, ahora somo las dos y el mundo en la espera de la felicidad. Ahora somos Rosa y Marisol. Ante tanto dolor encontré la vida en su respiración… mi hija, mi luz, mi redención. Somos una vela que se enciende de tanto amor. Caminamos juntas tejiendo historias donde la felicidad es nuestro punto de encuentro. Cada paso suyo deja huellas en mi alma que revientan mi corazón de armonía porque entendí que se puede ser mejor, no importa lo que pasé en mis años vacíos, mientras cada mañana me levante junto a ella con las ganas locas de darle un mundo mejor.

Ese mundo que todos nos merecemos, un mundo lleno de cariño, cuidado, respeto y amor,  elementos fundamentales para crecer en armonía , tranquilidad y esperanza, crecer con objetivos claros y días felices, siempre aspirando que cada amanecer es lo mejor de la vida.

Todos estos temas surgen de nuestro espacio de rueda de diálogo Conversando con tu Veci(ndad) que las hacemos por via virtual por Zoom en el ID 278 275 0942 .

Esperamos que nos acompañen